El pasado fin de semana, miembros del grupo de Misión Compartida de nuestro Colegio –religiosas y laicos– participaron en el Encuentro de Misión Compartida celebrado en Getafe, una experiencia muy enriquecedora que nos permitió seguir profundizando en nuestra vocación y en la transmisión viva del carisma calasancio.
Guiados por el jesuita Diego M. Molina, reflexionamos sobre la importancia de la misión compartida como camino de comunión y crecimiento según nuestro carisma. Además, tuvimos el privilegio de contar con la intervención del escolapio Ángel Ayala, gran conocedor de la figura de San Faustino, quien nos ofreció una inspiradora ponencia sobre cómo ser transmisores del carisma con fidelidad creativa, manteniendo vivo el espíritu calasancio en contextos siempre nuevos.
El encuentro también fue un espacio de convivencia fraterna y de celebración. Uno de los momentos más emotivos fue la profesión religiosa de M. Suni Sabnam, celebrada en la Capilla del Fundador, que nos recordó el valor de la entrega y la fidelidad a la llamada del Señor. Ella misma recogía en su acción de gracias las palabras de San Faustino: “Nada temas con tan Buen Conductor”.
Este encuentro tuvo, además, un carácter internacional ya que, gracias a los medios digitales, laicos y religiosas de las distintas obras del Instituto Calasancio pudieron sumarse a las ponencias y celebraciones. En palabras de M. Mª José Sotelo, Superiora General, en la apertura del encuentro:
“El Espíritu Santo, que es el que nos convoca, nos está guiando hacia un nuevo orden de relaciones y de estructuras, en el que la riqueza de nuestras vocaciones se entrelaza en una red de colaboración y amor…”
Junto a lo vivido esos días, en el contexto de este Año Vocacional que estamos celebrando, se ha cerrado el trimestre de una forma muy especial. El grupo de MC y todo el claustro de profesores han compartido un entrañable y simbólico “Café con alma calasancia”. A través de una dinámica sencilla y sugerente en torno a la metáfora del café, se ha reflexionado sobre nuestra vocación, sus aromas y matices; cómo la diversidad de granos, formas de preparación y maneras de degustarlos conforman una unidad sabrosa e intensa que es imagen fiel de nuestra misión educativa compartida. Y al finalizar, una sencilla acción de gracias a Dios por este período vivido con intensidad, pidiendo especialmente por las vocaciones laicales y religiosas.